1. Generalidad: Al recorrer las pequeñas ciudades de la República Dominicana son apreciables numerosas cualidades que las hacen parecer lugares apacibles, carentes de conflictos y problemas urbanos. El parque central con árboles que arrojan sombra sobre aquellos que comparten un rato en el lugar, los niños correteando en las calles, el señor sentado en la acera, la pulpería, la iglesia, etc., etc., etc. Sin embargo, al detenernos en ellas y ver más allá que las imágenes propias de otra época, es posible descubrir nuevos fenómenos urbanos, propios de las grandes ciudades, que ya están llegando a las pequeñas.
2.- El Problema: En efecto, en esos pequeños asentamientos, cuya población ronda entre los 5 mil y 20 mil habitantes, ya es común encontrar conflictos de usos de suelos: colmadones y centros nocturnos en zonas residenciales, gasolineras y plantas de GLP en zonas densamente pobladas, etc. Por igual, ocupaciones informales de riberas de ríos y cañadas, de colinas y suelos productivos, extendiendo progresivamente los límites de zonas urbanas. Esta situación se torna más preocupante cuando se comprueba que los Gobiernos Locales de estas ciudades no cuentan con los más elementales instrumentos de planificación urbana para abordar las problemáticas territoriales; de hecho, en la mayoría de ellos aún el tema no es parte de la agenda de actuación de los mismos.
3.- La Reflexión: En otras palabras, como nación, nos encontramos en medio de la reproducción ampliada de los grandes problemas urbanos de las grandes ciudades, al estos ir surgiendo en las pequeñas sin ninguna posibilidad inmediata de control. Los grandes errores cometidos en las grandes ciudades dominicanas, por comisión o por omisión, los estamos repitiendo en las pequeñas, sin ser capaces de apreciar que aún estamos a tiempo para generar nuevos referentes de desarrollo urbano, allí donde la dimensión o la simplicidad aún nos permite enmendar nuestras ausencias.
4.- La Posible Solución: Es por esto que el escenario que hoy nos presenta la Ley 176-07 de municipios se constituye en una gran oportunidad de promocionar la planificación urbana como una competencia estratégica que puede ser el soporte del desarrollo de las ciudades, es decir de la gente que las habita. Es necesario que entidades como la Fenderación Dominicana de Municipios, la Liga Municipal Dominicana y la Dirección General de Ordenamiento y Desarrollo Territorial desarrollen una cruzada nacional para apoyar a los ayuntamientos (por separado o mancomunados) para que establezcan instrumentos básicos y prácticos de planeamiento urbano. Para esto un socio estrátegico podría ser el mundo académico, pues las universidades concentran grandes recursos intelectuales que muy bien podrían hacer su aporte en esta empresa de bien común. Estamos aún a tiempo para asumir el reto en nuestras pequeñas ciudades.
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